Hay que salir a sentir el agua cuando llueven los besos. Y dejarse querer por el medio día para que lleguen los abrazos por la noche. Estar dispuesto a que nos afecten los afectos y que los defectos pasten a su antojo. Desear sin rodeos y si hay que lamentarse, que sea por cortesía de la locura y en pos de la perdición. Si esta noche nieva, aprender de cómo se posan los copos. Si a la mañana graniza disfrutar de la carrera del granizo por llegar antes. Yo, por si acaso, estaré pendiente de la tormenta y trataré de transcribir sus verdades.
Diseñador de estímulos.