Cuando me asomo a la vida temo que no haya nadie y que nadie me escuche cuando le grite a la calle. Que llore sangre mi pecho y mis rodillas se partan de rabia. Que duerman mis vecinos porque los calló la espada. Que los fragmentos que se recuerden sean de gigantes y de vergüenza, del pópulo su prudencia y la ira que lo gobierna. Cuando me asomo a la vida temo que no haya nadie solo jinetes de luto cabalgando las calles.
Diseñador de estímulos.