Cuando me asomo a la vida
temo que no haya nadie
y que nadie me escuche
cuando le grite a la calle.
Que llore sangre mi pecho
y mis rodillas se partan de rabia.
Que duerman mis vecinos
porque los calló la espada.
Que los fragmentos que se recuerden
sean de gigantes y de vergüenza,
del pópulo su prudencia
y la ira que lo gobierna.
Cuando me asomo a la vida
temo que no haya nadie
solo jinetes de luto
cabalgando las calles.