Podemos ser botella o faisán,
dentro de un bodegón.
Ser pintura digital, en la era del realismo.
Hacer de trazo o de sombra,
pertenecer al impresionismo.
Un día Batman, otro Robin,
vivir en un cómic.
Madrugar, y no ser plástico,
trasnochar, y no ser acrílico.
Cambiar de marco cada seis meses.
Sentirse en un cubismo relajado,
ábside o triángulo.
Navegar, entre mares de acuarela,
pasear bajo abedules de témpera
Hacer del lienzo tu mejor amigo.
Y, podemos cerrar los ojos
para que nada de esto nos hiera.
Aunque, simplemente.
Dentro de ese cuadro,
podemos estar cualquiera.