Afilados y enfilados se dirigen,
obligados y temerosos cual alfil.
Puntuales como puntas
pensando,
en el posible despuntar.
Conscientes de lo consecuente,
al actuar en consecuencia.
Inmunes de correr riesgos inmundos,
pero de lo mundanal, mundanos.
Líderes de su apatía y
patriados a la empatía.
El inquisidor tablero de destinos,
dicta
el camino de sus vidas.
Y los minutos,
en grande,
corren más deprisa.
¿Quién prohibiría viajar a la sonrisa