He tenido que perder de vista,
para saber quien era.
Tuve que perder un mes, para
ganar unos años; y perder unos
años para ganar una vida.
Me reinventé el verbo ganar,
y el adjetivo afortunado, se
reinventó sólo.
Mis bolsillos perdían, mas y mas cosas.
Y mi libro se encontraba
con mas y mas páginas.
Cuanto mas me creí perdido, y estar perdiendo.
Mas estaba enmí, y de ahí creciendo.
Cuando se acaba el tacto y se para el suspirar
ésa, ésa, es la única pérdida
que no se puede recuperar.