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La Hondura


Que poco se de ti, amiga,
y cuanto tú, sabes de mi. 

 
Cual comprensiva fuiste siempre
y paciente en escucharme.

Retozando hasta la saciedad
piscina olímpica sin edad.

Abrigándome sigues, dando cariño;
imposible por eso,
dejar de ser niño.

Cuantas tardes enfrente de la nada
educantes tardes de Área Reservada.

Siempre divertida, y deslizante,
transparencia intimidante.

Como caricia de madre,
me cuida tu alfombra.

Pocas como la tuya amistades
forjada en tus profundidades.



La Hondura es el lugar donde aprendí a bucear.














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