Tan evidente como un segundero,
tan inexacto como el corazón
poderoso como un murmullo
deseoso como un buenos días.
Es la contrariedad, quien mide la pauta,
y la polémica la que invita a hablar.
Distendido como tarde de domingo,
resabiado como sábado noche
tan exigente como un Cupido
desenfocado como un lunes al sol.
Es la rebeldía, quien luego se hace la víctima,
y la rutina quién paga el adiós.