en el buen humor.
Ahondan los segundos
en la vida del reloj.
Se ahonda la buena almohada
para el buen soñador.
Y sin querer se ahonda solo
quien es de buen corazón.
Suspenden entonces los ancianos su marcha
y deciden bajar la carga.
Ya en el último surco
en el que ya, todo ahondaba.