Se abre la herida
cuando raja la mentira
cuando no es ajeno el límite
del desequilibrio ni de lo inestable.
Cuando el brillo de la mirada
es hallado muerto en la acera
cuando la otra mirada dejó de sujetarla.
Ningún ave quiso ser testigo
de la quietud de la mentira
que rajaba la herida en la boca
moviendo lágrimas.
Haciendo aparente la entraña
y tocando el origen,
de lo que luego el tiempo pudrió.