El miedo busca los cuerpos
como el reflejo busca la arena,
no existe si no hay donde posarlo
no se arroja porque es cobarde.
Espera un golpe de viento
el que tu confianza deshace
sutil, tanto que no podrás acordarte.
El miedo es tan insaciable
que al amanecer lo vuelve frágil
comprando sueños estancados
enfriando la conversación y la cena.
Si le das la mano a su afán
no habrá columpio que te sonría
porque estarás jugando
con el hijo de la muerte.